¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido!
¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado!
Cuando dejes de destruir, te destruirán;
cuando dejes de traicionar, te traicionarán.
Señor, ten compasión de nosotros;
pues en ti esperamos.
Sé nuestra fortaleza cada mañana,
nuestra salvación en tiempo de angustia.
Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos;
cuando te levantas, se dispersan las naciones.
Los despojos de ustedes se recogen
como si fueran devorados por orugas;
sobre ellos se lanza el enemigo
como una bandada de langostas.
Exaltado es el Señor porque mora en las alturas,
y llena a Sión de justicia y rectitud.
Él será la seguridad de tus tiempos,
te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento;
el temor del Señor será tu tesoro.
Isaías 33:1-6 (NVI)
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