“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”, Hechos 1:8

El hombre es el más débil de los seres creados.

Moralmente los humanos somos débiles y llevamos elementos malignos en el corazón que continuamente nos inclinan y arrastran hacia el mal. Pero Romanos 1:16 nos dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a Su tiempo murió por los impíos”.

El evangelio es un mensaje fortalecedor. Romanos 1:16 dice que es poder de Dios, y según Lucas 24:49 el Espíritu Santo tiene el ministerio “especial” de impartir poder de lo alto. Vemos también que el testimonio de la iglesia en Hechos es una historia de poder; poder para testificar, enfrentar el pecado, sufrir, amar, combatir, continuar, ser fiel, ser veraz y, aun, poder para morir. En verdad se requería poder para sobrevivir un sistema como en el que la iglesia del primer siglo vivió.

¿Pero sabes qué?, nosotras tenemos acceso al mismo poder que esos creyentes y, como ellos, solo podremos sobrevivir al sistema  mediante la obediencia a la dirección del Espíritu y la Palabra de Dios.

Se requiere de poder para hacer frente a las enseñanzas distorsionadas del mundo y vivir como Maestras del Bien en una sociedad cada vez más hostil al cristianismo. No obstante el Espíritu Santo nos ha dado el poder necesario y la Palabra de Dios, un evangelio que nos fortalece en medio de las dudas, las pruebas y el dolor.

Oración: Señor, gracias por investirnos del poder de tu Espíritu para fortalecer nuestras debilidades. En el nombre de Jesús, amén.