¿Sabes por qué te enfadas?

Es fácil identificar el origen de tu enfado cuando es consecuencia de una situación inmediata o evidente. Por ejemplo, cuando una persona te empuja en el supermercado y no se excusa, eso seguramente te enfurezca.

En otros momentos, sin embargo, es más difícil saber por qué estamos enfadados, sobre todo si no somos muy conscientes ni siquiera de que lo estamos. La ira es, en ocasiones, algo latente que está en nosotros. Al igual que un volcán, puede despertarse en cualquier momento, causando estragos sin que ni siquiera entendamos realmente de dónde viene ni por qué se manifiesta.

Seguramente en ocasiones te has enfadado sin saber realmente por qué, ¿verdad? Ese estado latente de enfado puede provenir:

- De una ofensa que no ha sido perdonada.

- De un comportamiento “adquirido” en un entorno familiar conflictivo.

- De una ruptura no deseada.

- De un conflicto no resuelto...

Puede haber mil razones. Solo Dios puede mostrarte qué es lo que está produciendo esos sentimientos en ti.

Si te enfadas sin saber por qué, es importante que le pidas al Señor que te revele el origen de ese problema, con el objetivo de que puedas ser libre de él. Te invito a meditar sobre este versículo de la Biblia que dice “¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso sólo trae daño” (Salmo 37.8). 

¡Gracias por existir!

Eric Célérier

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