"¿Quién te golpeó?"

Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos… Pero Jesús guardó silencio. Entonces el sumo sacerdote le dijo: “Te ordeno en el nombre del Dios viviente, que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho.”… El sumo sacerdote se rasgó entonces las vestiduras y dijo: “¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? ¡Ustedes acaban de oír su blasfemia! ¿Qué les parece?” Y ellos respondieron: “¡Que merece la muerte!” Entonces unos lo escupieron en el rostro, y le dieron puñetazos; y otros lo abofeteaban y decían: “¡Profetízanos, Cristo; dinos quién te golpeó!” – Mateo 26:57, 63-68

Fue un juego sádico. Abofeteaban y golpeaban a Jesús, y le preguntaban: “¿Quién te golpeó?” No entendí esto hasta que vi Lucas 22:64, donde dice que a Jesús le vendaron los ojos. Estaban “probando” sus habilidades como Mesías. ¡Después de todo, el Hijo de Dios seguramente debería poder decir quién lo golpeó, con los ojos vendados o no!

De lo que no se dieron cuenta fue que Jesús ya sabía la respuesta a esa pregunta. Pocas horas antes, Jesús había advertido a sus discípulos: “Todos ustedes se escandalizarán de mí. Está escrito: ‘Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas’” (Marcos 14:27).

Jesús citó Zacarías 13, donde Dios dice: “¡Ataca al pastor, y se dispersarán las ovejas!” Esto se hizo realidad en el sufrimiento y la muerte de Jesús. Por el plan de Dios, él sufrió el daño y sus seguidores se dispersaron.

Sin embargo, no terminó allí. Dios tomó ese mal y lo convirtió en nuestra salvación. Como él continúa diciendo a través del profeta Zacarías: “Invocarán mi nombre, y yo les responderé… ‘Ustedes son mi pueblo’, y ellos me dirán: ‘El Señor es nuestro Dios.’”

Entonces ahora sabemos las respuestas a estas preguntas. ¿Quién eres? Dios. ¿Quién te golpeó? Dios. ¿Quién recibió los beneficios de perdón, misericordia, y vida eterna? El pueblo de Dios: todos los que confían en el Señor Jesús.

ORACIÓN: Señor, gracias por lo que cargaste por mí. Amén.

Para reflexionar:

- ¿Alguna vez has sufrido por el bien de otra persona? ¿Cuándo?

- ¿Por qué crees que Dios se aseguró de que el sufrimiento por el mal humano cayera sobre sí mismo?

Por: Dra. Kari Vo

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