Por mi nombre

“Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres”, Salmos 147:4

Por más que meditemos en la grandeza de nuestro Dios, siempre nos quedaremos cortas. Nunca podremos abarcar con nuestras mentes finitas la majestad infinita e insondable de nuestro Creador.

El dulce cantor de Israel nos da una pequeña pincelada de la magnificencia del Dios omnipotente y en la perla de hoy nos corre un poquitín el velo de Su grandeza: “Él cuenta el número de estrellas; a todas ellas llama por sus nombres”. ¿Qué significa eso en términos prácticos? Bueno, para que tengamos una minúscula idea, pensemos en algunos ejemplos de este lado del cielo.

¿Cuánta información manejamos diariamente? Cientos, quizás miles; sabemos de memoria muchos números telefónicos, tarjetas de créditos, fechas de cumpleaños, las contraseñas de nuestros equipos electrónicos, sistemas y computadoras, cuentas bancarias, cuentas de préstamos, compromisos bancarios, comerciales, fechas históricas, actividades importantes, etc. ¿Sorprendente, verdad? Se dice que el secretario de Hitler sabía más de 5,000 teléfonos de memoria y recuerdo haber leído en la revista Ripley’s de una mujer que se sabía la Biblia de memoria; no sé hasta dónde eso sea cierto, pero eso es muestra de la inteligencia humana.

Lo sobrecogedor de todo esto es que Dios cuenta el número de estrellas. Según los astrónomos, hay más de 100 mil millones de galaxias en el universo y cada galaxia puede llegar a contener de 10 millones (galaxias enanas) a 100 billones de estrellas (súper galaxias). Recordemos que un billón es un millón de millones. Lo extraordinario de todo esto es que Dios sabe el número exacto de todas las estrellas y, ¡maravillaos!, “a cada una llama por su nombre”, ¡waoooo!, ¿no es admirable nuestro Creador?

Esto me hace reflexionar a manera de aplicación: Si Dios tiene el control absoluto de Su universo, de tal forma que objetos inanimados, como son las estrellas, cada una tiene un nombre dado por Él, ¿cuánto más control y cuidado no tendrá sobre Sus hijos, quienes le costaron la sangre preciosa de su Hijo amado? Por eso Juan 10:14 dice: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas”.

Mis amadas, si Dios conoce a cada estrella por su nombre, ¿cuánto más no habrá de conocernos a nosotras, Sus hijas amadas? ¡Oh, que poca fe tenemos!

Oración: Amado Dios, gracias porque tú me conoces personalmente por mi nombre. Perdona mi incredulidad y aumenta mi fe. En el nombre de Jesús, amén.

Por Carmen García de Corniel 

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