Qué molesto nos resulta ir manejando, sobre todo en horario pico, y encontrarnos un letrero que dice: Desvío. Me pasó el otro día y resultó que el desvío me obligaba a regresar, por otra calle, a mi punto de partida. Realmente frustrante, pero así es cuando están haciendo arreglos.
Y lo mismo pasa en la vida. Cuando mi esposo y yo decidimos emigrar, el plan original era venir para los Estados Unidos. Era nuestro plan pero no el de Dios. El plan de Dios implicaba un desvío de un año y medio por otro país, en este caso, Canadá. En aquel entonces a mí me resultó un poco difícil comprenderlo. Con mis ojos humanos no podía encontrar el sentido a aquel aparente inconveniente.
Al mirar atrás, ahora me doy cuenta de que solo Dios con su sabiduría pudo haber orquestado algo así. En ese año y medio en Canadá crecí mucho más que durante varios años juntos. Y no hablo de crecimiento físico, hablo de crecimiento espiritual, madurez. Viví experiencias que hubiera preferido no tener, pero entiendo que fueron necesarias. También puedo ver cómo el Señor nos usó en ese breve tiempo para bendecir la vida de algunas personas y cómo también nos bendijo a nosotros mediante las vidas de muchas otras.
Los desvíos en la vida son necesarios porque nos hacen crecer y nos llevan a depender más de Dios. Piensa por ejemplo en el pueblo de Israel cuando emigró de Egipto a la tierra que Dios les había prometido. La trayectoria que pudo haberse hecho en días prácticamente demoró cuarenta años. ¿Por qué? Bueno, primero ellos mismos tuvieron la culpa, por su desobediencia, Como resultado, Dios los mantuvo en un largo desvío que les llevaría a conocer realmente al Dios que les estaba guiando y cómo obedecerle para que les fuera bien en su nueva vida.
Tenemos que aprovechar los desvíos porque nos preparan para lo que vendrá después. Y lo más importante, los desvíos de la vida prueban nuestra confianza en Dios. Los 40 años de los israelitas pudieron haber sido menos si no hubieran dudado tanto de la bondad de Dios.
Es probable que ahora mismo estés en un desvío, no lo quisieras, no lo viste venir, pero ahí estás. Permíteme animarte con un mensaje poderoso de la Palabra de Dios: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11).
El desvío en que puedas encontrarte ahora no fue una sorpresa para Dios, es parte de su plan. Pero el plan de Dios es perfecto. Está diseñado para traer bien a tu vida, y para que disfrutes un futuro con esperanza, mucho mejor de lo que tú pudieras soñar. Los desvíos pueden ser lentos, dolorosos, y hasta parecer interminables, pero el resultado será extraordinario si tú confías en Dios y lo ves como una oportunidad para crecer.
Mi año y medio en Canadá fue un desvío que tuvo sus momentos difíciles, pero hoy puedo darle gracias a Dios por haberlo hecho de esa manera.
Quiero terminar con las palabras de Santiago el apóstol, mi anhelo es que te sirvan de inspiración junto con las de Jeremías, para que ya sea que estés en un desvío o que tal vez pronto llegue alguno, salgas victoriosa:
“Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada. (Santiago 1:1-4, NVI)