Oración en los tiempos de pérdida
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¿No le rompe el corazón ver a un niño lastimado? ¿Cómo se siente usted cuando su hijita o su nieta va corriendo y choca contra una mesa y se golpea la boca? ¿Se siente indiferente? ¡Por supuesto que no! Se le rompe el corazón, le cura el labio lesionado, la consuela y la tranquiliza.
¿Sabe qué? Dios lo ama mucho más de lo que usted ama a sus hijos y a sus nietos. Cuando usted se ha encontrado en problemas y se ha golpeado el rostro, también se ha roto el gran corazón de Dios.
Una vez Jesús les contó a sus discípulos una historia que ilustra lo mucho que su Padre se preocupa por nosotros y nos enseña que no debemos dejar de orar: “Pues bien, ¿acaso Dios no defenderá también a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar?” (Lucas 18:7). Cada oración es procesada de manera instantánea en la mente de Dios, y él tratará toda petición de la manera que más bendiga al que ora, de acuerdo con su gran sabiduría.
Así que ¿por qué no usa ese privilegio en este momento? Lo digo en serio. ¿Qué necesita? ¿Dónde le duele? Hable con su Padre; a él le agradaría mucho escuchar todo eso de usted en este mismo momento.