No...
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“Vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no”, Santiago 5:12
El amigo principal de la productividad es un ‘cesto de basura’ donde se puede echar todas las invitaciones que nos distraen, sean propias o ajenas. Por otro lado, dos son sus enemigos: la complacencia y Satanás. Ellos harán todo lo posible por desviarnos de nuestros objetivos. Sabiendo esto, debemos:
1 - Reconocer la diferencia entre los deseos, las cosas importantes y las prioridades.
2 - Hacer un plan y seguirlo.
3 - Aprender a decir ¡No!
No debemos dedicar tiempo a otras actividades o personas cuando el trabajo está amontonado y atrasado en nuestra casa u oficina. Tampoco debemos sacrificar nuestra familia o aún nuestras responsabilidades y metas personales, por cosas de segundo orden o por complacer a quienes les sobra el tiempo o planifica incorrectamente. Aunque cada regla tiene su excepción, cuando así hacemos actuamos irresponsablemente.
Para muchas, decir “no” es una lucha pues lo asociamos con ser insensibles y descorteses, mientras que decir “si” nos parece espiritual y nos hace cooperadoras. Sin embargo, quien no tenga el discernimiento y carácter suficiente para decir “no”, pocas veces logrará los objetivos que Dios tiene en su vida.
“NO” protege nuestro tiempo permitiéndonos cumplir con nuestras responsabilidades. “NO” nos da el poder de sumergirnos en nuestros deberes y hacerlos bien sin el estrés de la falta de tiempo. Por el contrario, “SI” disminuye nuestro tiempo, creatividad y productividad, e invita a la distracción. Como el tiempo es oro, quien no se organiza, prioriza y lo malgasta, sufrirá las consecuencias.
Sin embargo, tampoco podemos ser extremistas y cerrar enteramente las puertas de la ayuda mutua como nos lo manda Dios, además del recreo personal que trae descanso a nuestras vidas. Hay un tiempo para todo (Eclesiastés 3). Pero debemos ser sabias en el manejo de nuestro tiempo y no perder de vista el basurero para echar las invitaciones que nos distraigan de hacer la voluntad de Dios.
Amada, dile no a las distracciones, incluyendo los múltiples ministerios que te impiden ser eficaz y cumplir cabalmente y con excelencia tus responsabilidades primarias, y que además usas como escape y excusa para no hacer lo que en realidad te corresponde hacer.
Oración: Padre, tenemos tantas responsabilidades que a veces queremos soltarlo todo. Pero sé que a menudo nos agobiamos por nuestra falta de planificación. Renueva mis fuerzas y ayúdame a enfocarme en mis prioridades. Que podamos decir gentilmente “no”. En el nombre de Jesús, amén.