Se supone que ningún miembro de un matrimonio debería sentirse solo, pero la realidad puede ser muy diferente.

Estar casado significa que su mejor amigo o amiga siempre está ahí con usted, ¿verdad? Su cónyuge será siempre una fuente de apoyo y comprensión, siempre en disposición de escuchar y ayudar.

O no. Es sorprendente la soledad que puede haber en el matrimonio cuando las dos personas no se preocupan por cuidar la relación. La licencia y la ceremonia de matrimonio no garantizan que van a vivir felices para siempre. El matrimonio es mucho mejor de lo que piensan los solteros, pero exige también mucho más trabajo. Las esposas que esperan que sus esposos les lean el pensamiento y los esposos que no escuchan, se van distanciando lentamente. Las ofensas no tratadas hacen que los que una vez se amaron se separen; la soledad crece.

Dios tiene un camino mejor; vino a buscarnos, a cerrar la brecha. Nos estimó tanto que hizo el sacrificio supremo, y no espera menos de nosotros en la forma como tratamos a los demás, de manera especial en el hogar. San Pablo dijo: “Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes” (Colosenses 3:13).

¿Qué es lo que usted puede hacer ahora para que la vida de su cónyuge sea mejor?