Libres en Cristo

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”, Gálatas 5:1

Un día en el que mi hijo de 9 años jugaba con un amiguito de nuestro vecindario, éste pidió ir al baño. Al salir, lo vimos irse sigiloso hacia su casa sin despedirse y sin motivo aparente. Cuando entré al baño descubrí la causa de su súbita partida: di gracias a Dios porque no le pasó nada a él al ver el espejo del botiquín despegado y colgando peligrosamente.

Mi esposo pudo componerlo y quedó casi como nuevo, pero nuestro visitante no volvió por varias semanas y nos esquivaba la mirada cada vez que lo encontrábamos en la calle. Cuando entendió que habíamos olvidado el asunto, volvió sin referir nada de lo sucedido y, con una mirada culpable, se escurrió en nuestra casa a jugar nuevamente con mi hijo.

Este incidente no tuvo para nosotros mayor trascendencia, pero me recordó cómo nosotras muchas veces nos vemos confrontadas por el Espíritu Santo ante alguna actitud incorrecta y, en vez de venir al Padre y luego al agraviado, preferimos huir, escondernos y dejar las cosas para que el tiempo las borre esperando que nadie note nuestro pecado.

Nos olvidamos de que Cristo nos dice que conoceremos la verdad y ésta nos hará libres, y nos conformamos con vivir en un estado de auto encarcelamiento, privadas de la libertad, cosechando las siguientes consecuencias:

  • Nos aislamos y perdemos relaciones valiosas.
  • Nos obstaculiza en el servicio al Señor y a Su pueblo.
  • Se atrofia nuestro crecimiento espiritual.
  • Nos llenamos de raíces de amargura que nos enferman emocional y físicamente.
  • Perdemos la comunión con nuestro Padre Celestial.

Amadas, al callar nuestro pecado y ofensas nos perdemos de la gran bendición de vivir en la libertad que Cristo compró para nosotras en la Cruz del Calvario. No permitamos que nuestro pecado nos encadene y nos prive de la bendición del perdón y la restauración. Recordemos que ciertamente el tiempo sana muchas heridas, pero aquellas verdaderamente importantes se infectan y dañan nuestro cuerpo si no las tratamos a tiempo.

Oración: Padre, ayúdanos a ver nuestras faltas y a no ignorar tu voz cuando nos reprendas. Danos un corazón obediente a tu Palabra y que podamos ser verdaderamente libres en ti. En Cristo, amén.

Por: Belinda Castellanos

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