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La bendición del temor

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Temer a Dios no es tenerle miedo, sino respetarlo por lo que es, y esto trae grandes recompensas.

“…yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia”, Eclesiastés 8:12

Eclesiastés es el libro de la observación y la reflexión de lo que ocurre en la vida diaria. El escritor hace una afirmación en relación con la vida del malo, diciendo que muchas veces hace el mal y vive sin problemas. Pero también habla de aquellos que temen a Dios y dice que a ellos "les irá bien".

Temer a Dios no es tenerle miedo, sino respetarlo por lo que es. Dios tiene para éstos promesas que se cumplen. A los que temen a Dios también se les llama en otros lugares como mansos y perfectos. Les irá bien porque “los mansos heredarán la tierra y se recrearán en abundancia de paz” (Salmo 37:11).

En un mundo inquieto, el que teme a Dios vive la experiencia de la paz. No quiere decir que no tendrá pruebas o que no estará en conflicto o, incluso, en angustia, sino que la paz de Dios llenará permanentemente su corazón. A estos les irá bien porque “conoce Jehová los días de los perfectos y la heredad de ellos será para siempre” (Salmo 37:18).

El Señor le dice al malo: “nunca te conocí”; al término de su vida no tiene esperanza alguna. El que vive en el temor de Dios, es posible que no tenga ninguna posesión en la tierra y que padezca necesidad, pero le irá bien porque su herencia es eterna, reservada en los cielos.

Cuando llega el mal tiempo, los días nublados, las tormentas de la vida e incluso la escasez, les irá bien porque “no serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados” (Salmo 37:19).

En medio de una sociedad intranquila, que vive pendiente de lo que ocurre y de lo que pueda ocurrir, el que teme a Dios escucha Su voz que le dice: “El que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Proverbios 1:33).

Este versículo me llena de profunda paz y de segura confianza. Los que temen a Dios son también los que le aman. ¡Que bendición tan grande hay para ellos! “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Es verdad que no le amo como merece, pero Él trabaja a mi lado en una tarea de apoyo, ayuda y dirección. No son orientadas para bien algunas cosas, sino todas. Esta es mi certeza: “yo sé que les irá bien a los que a Dios temen”. El Soberano tiene a su servicio todas las cosas en el universo.

Ninguna circunstancia en mi vida surgirá sin Su consentimiento. Las pruebas y el sufrimiento son para bien de los suyos (Santiago 1:3-5). Aquello que aparentemente solo es angustia y aflicción, es conducido para bien, convirtiéndolo en instrumento para el fortalecimiento de mi fe.

Incluso las acciones de los malos se revierten para bien, como decía José: “Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20). También los propósitos satánicos están bajo el control de Dios y sin Su permiso nada podrá hacer contra mí.

Oración: Padre Dios, cuando esté pasando por circunstancias adversas, cuando haya en mi vida preguntas sin respuesta, cuando mi fe desfallezca por las angustias del camino, cuando las lágrimas llenen los estanques, cuando las sombras me envuelvan y el temor estremezca mi alma, esta verdad afirmará mi fe y diré con confianza: “Yo también sé que les irá bien a los que temen a Dios”. En el nombre de Jesús, amén.

Por Samuel Pérez Millos

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