Hogar, dulce hogar

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”, Juan 14:2

El hogar no es algo material sino alguien que nos espera. Así leía un artículo que leí hace muchos años en el periódico dominicano Listín Diario.

No ha de haber lugar más dulce que el hogar. Cuando crecemos bajo el techo acogedor de un hogar feliz, tenemos una fuerza extraordinaria para superar las dificultades más grandes que enfrente la familia.

Me preocupa el estado lamentable de disertación de tantas familias en la que los padres siempre están ausentes, mientras los hijos deambulan y están de su cuenta. Muchos hogares son simple casas-dormitorio en los que no hay diálogo, miradas de cariño, ni apoyo.

¿De qué sirven los videojuegos, televisores y lujos? El hogar debe ser nuestro refugio y punto de referencia cada vez que la vida nos dé un zarpazo.

Miles de hijos crecen sin hogar, se desarrollan sin cariño y se abren paso por la vida sin apoyo ni consejo. Es hora que las Maestras del Bien retomen su papel y construyan hogares en lugar de casas.

Oración: Señor, permite que la mayor resolución de mis hermanas sea proveerles a sus hijos un verdadero hogar, lleno de amor y comprensión. En el nombre de Jesús, amén.

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