Exponiendo la mentira
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“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”, Isaías 8:20
La Palabra de Dios es la norma jurídica por medio de la cual todas las cosas han de ser evaluadas. Toda sabiduría humana, toda filosofía expuesta, toda idea fecundada, toda experiencia vivida y todo pensamiento concebido debe ser ponderado por la verdad establecida en las Escrituras.
Si no resiste el fuego probatorio de la verdad bíblica debe ser apartado, analizado, cuestionado, rebatido y, en última instancia, rechazado, porque en esencia no sirve, es basura y está próximo a ser juzgado. No importa con qué ropajes elegantes se nos presenten, sobre qué andamiajes científicos se hayan montado, o cuán atractivas resulten a la vista o a la mente esas retorcidas teorías seudointelectuales con aires espirituales; si no se conforman a la Palabra de Dios, simplemente ¡repúdialas!, ¡hay muerte en esa olla!
El profeta Isaías hace un llamado de alerta para que apercibamos nuestros sentidos espirituales: ¡A la ley y al testimonio! He ahí la fuente de todo verdadero conocimiento: La ley revelada y el testimonio dado por Dios. Todos nuestros principios, valores, conceptos, ponderaciones y sentido de moral deben proceder naturalmente de la Palabra de Dios.
Toda nuestra vida cristiana gira en torno a lo que Dios ha dicho y a lo que Dios ha revelado. Si hay algo fuera de esa revelación divina, algo extra-bíblico que para poder sostenerse tenemos que valernos de la frágil telaraña de nuestra imaginación, de lo que algún profeta moderno ha dicho, de la revelación de un ángel, de la tradición secular, o de ese algo que hunde sus raíces en fuentes apócrifas... entonces es hora de usar el discernimiento y llamar por su nombre a esas tinieblas con apariencia de luz.
Isaías nos dice: “Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Y a una persona que no le haya brillado la luz del amanecer, es porque todavía está en la oscuridad del pecado, en la negrura de los engaños religiosos y su reino es el de las tinieblas.
Pablo nos advierte en Colosenses 2:8 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. ¡Ojo avizor! que muchos engañadores han salido por el mundo (1 Juan 4:1) y el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz (2 Corintios 11:14).
Oración: Padre, que tu Palabra alumbre mis tinieblas y me permita discernir la mentira que viene disfrazada con apariencia de piedad. Ayúdanos a leer tu Palabra con seriedad y vivirla con rectitud. Sobre todo, que pueda evaluar todo por lo que ella establece. En el nombre de Cristo. Amén.
Por Carmen Garcia de Corniel
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