"Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día transmite al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. Y este, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor." – Salmo 19: 1 – 5 NVI
"La voz del Señor está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria; el Señor está sobre las aguas impetuosas. La voz del Señor resuena potente; la voz del Señor resuena majestuosa. La voz del Señor desgaja los cedros, desgaja el Señor los cedros del Líbano; hace que el Líbano salte como becerro, y que el Hermón salte cual toro salvaje. La voz del Señor lanza ráfagas de fuego; la voz del Señor sacude al desierto; el Señor sacude al desierto de Cades. La voz del Señor retuerce los robles y deja desnudos los bosques; en su templo todos gritan: «¡Gloria!»" – Salmo 29:3-9 NVI
Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:
Esta mañana me levanté pensando...
… en lo sensibles que somos a diferentes sonidos. ¿Te ha pasado que estás en un lugar con otras personas y de repente alguien te dice "escuchaste eso"? O, por el contrario, ¿escuchas algo que los demás no pudieron escuchar?
1. Algunas personas, como los músicos, tienen su oído desarrollado y tienen la capacidad de percibir fácilmente sonidos de instrumentos musicales que para otros pasan desapercibidos. Sin embargo, cuando prestamos atención especial logramos escuchar lo que para ellos es cotidiano.
2. Oímos todo, pero solamente escuchamos aquello a lo que le prestamos verdadera atención, y en medio de miles de sonidos Dios nos dio la capacidad para poder escuchar.
3. La pregunta sería, ¿qué tan sensibles somos a la voz de Dios, a los sonidos espirituales? ¿Qué tanto nos interesa escucharlo? Dichoso el hombre que en medio de tantas voces logra escuchar a Dios, preparar su oído espiritual y relacionarse con Él.
4. La mejor experiencia de la vida es poder ser sensibles a la voz de Dios. Él quiere que aprendamos a escucharle; comencemos por prestarle atención a lo que dice en su palabra y orar. Así, poco a poco, podremos ser más y más sensibles al sonido de su voz.
5. Dios habla, solo tienes que prestar un poco de atención para que escuches como su voz resuena en Biblia y en la cotidianidad de la vida.