Todos en la vida estamos en una carrera que nos exige resistencia, permanencia, estabilidad y equilibro, pero lo más importante es en dónde estamos enfocados.

“Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. ² Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. ³ Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” – Hebreos 12: 1 – 3 NVI

Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:

Esta mañana me levanté pensando...

…en cuántas veces, por perder el enfoque y no tener claridad de lo que quiero, he terminado frustrándome.

1. La palabra de Dios es la que nos permite descubrir los principios correctos para estar enfocados y así correr con perseverancia la carrera de la vida. Cuando tenemos enfoque, nuestros resultados se convierten en la satisfacción de haber logrado aquello que nos hemos propuesto.

2. En la vida, todos nos encontramos en una carrera que nos exige resistencia, permanencia, estabilidad y equilibro, entre otras. Pero para poder llegar a nuestra meta en esta carrera, lo primero que debemos hacer es fijar nuestra mirada en Jesús; toda nuestra atención debe estar en él.

3. Dios a todos nos ha trazado una carrera y el deseo de su corazón es que la corramos bien, que logremos llegar a la meta y que podamos cumplir la visión que él mismo ha puesto en nuestros corazones.

4. Dios ubicó a su hijo Jesucristo como el centro de todo, como aquel que puede ser admirado con claridad, en quien no hay nada oculto, no hay doblez, falla ni debilidad. Pensando en el bienestar eterno de cada uno de nosotros y en la carrera que todos debemos correr, lo puso como nuestro espejo y referente.

5. Jesús es aquel en quien podemos fijar nuestra mirada sin temor a equivocarnos. En él podemos enfocarnos con toda confianza sin miedo a ser decepcionados; él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación.