El Espíritu Santo y la llenura del creyente

Leer Efesios 5:15-21

Todo creyente en Cristo tiene frente a sí una decisión trascendental. Dios ha dado a cada uno la responsabilidad de elegir quién gobernará su vida. El Espíritu Santo habita en los cristianos y los sella en el momento que son salvos, pero ser llenos del Espíritu, es decir, ser controlados por Él es opcional.

Desde el momento en que somos salvos, el Espíritu de Dios jamás nos dejará (Hebreos 13:5); pero al negarnos a someter a Su autoridad cada aspecto de nuestra vida, limitamos Su obra en y a través de nosotros. El Espíritu Santo no anulará nuestra voluntad, sino que esperará que seamos nosotros quienes lo elijamos a Él.

El Señor quiere que usted tenga Su poder para vencer el pecado, convertirse en la persona para lo cual la creó y realizar la obra que Él le ha llamado a hacer. La llenura del Espíritu es Su provisión para esta clase de vida sobrenatural. Sin esta plenitud, la vida cristiana estará plagada de derrotas.

Dios quiere motivarnos para que deseemos tener Su llenura y usará diferentes métodos para ello. A veces, pone en nuestros corazones el anhelo de tener más intimidad con Él. Otras veces, utiliza la sensación de incompetencia y fracaso que surge al tratar de salir adelante por nuestras propias fuerzas. Incluso, usa el ejemplo de otros creyentes llenos del Espíritu para llevarnos a desear tener lo que ellos tienen.

El Espíritu Santo promete llenar al creyente que esté dispuesto a rendirle a Dios cada parte de su vida. Esto no se produce de manera instantánea; es un proceso gradual. Cuando el Señor le revele algún aspecto que usted ha estado tratando de controlar, ríndalo a Él y permita que Dios le llene con Su Espíritu.

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