consolación

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación”, 2 Corintios 1:3

En un periodo en el cual mi familia sufría por la pérdida de un ser amado, cada mañana al reunirme con mis hijos para tener el altar familiar, nuestra mayor petición era que Dios sanara nuestros corazones deshechos y que nos diera el consuelo que tanto anhelábamos. Era tan grande nuestro dolor que parecía imposible que alguien pudiera consolarnos.

Por medio de su Palabra, Dios nos enseñó que por más grande que sea el dolor, él es el Dios de toda consolación.

¿A quién acudes cuando necesitas ser consolada? No importa que tan grande sea tu dolor, puedo asegurarte que tenemos a un Dios amante cuyo consuelo es completo, un Dios paternal que producirá descanso y alivio a tu alma. ¿Te sientes abatida, tu corazón desfallece? Nuestro Dios “da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”.

Recuerda que “no hay perdida que su presencia no llene, no hay dolor que su misericordia no alivie, y no hay interrogante que su inteligencia no pueda contestar”. Refúgiate en Dios, él vendará tus heridas y te dará el consuelo que tu corazón necesita.

Oración: Amado Señor, en mi aflicción se tú mi ayuda, mi sostén y mi libertador. En el nombre de Jesús, Amén.

Por Jeanette Lithgow

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