Ajustar los principios de Dios a nuestra conveniencia o forma de pensar es uno de los riesgos espirituales más peligrosos.

“Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer” – Romanos 1:28 (NVI)

Hay un costo a pagar por ceder o hacer concesiones, en especial cuando se trata de la Palabra de Dios. Ese precio es la pérdida de la paz de Dios.

El ceder en cualquier nivel resulta, más adelante, en ceder más cosas, hasta que finalmente la conciencia es chamuscada y el bien y el mal ya no son distinguibles.

A veces una convicción interna sobre el pecado disminuye y los pecados comienzan a aumentar. ¿Por qué? Debido a que la comunión con Dios se quebró en una primera etapa y a partir de allí el egoísmo y el autocontrol se hacen cargo.

¿Te has permitido ceder en cualquier área de tu vida?

Nuestra mayor ventaja es que Dios restaurará a cualquier persona que reconozca el pecado y regrese a Su camino.

"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades… el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión". (Salmo 103: 2-4).

 

Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 10-12