En Génesis 1:26, podemos leer que el hombre y la mujer fueron creados “a imagen” de Dios.

Hazte esta pregunta: si al igual que yo mi prójimo ha sido creado a imagen de Dios, ¿cómo puedo no amarle? En efecto, ¿cómo puedo decir que amo a Dios, si no amo a mi prójimo? (ver 1 Juan 4:20).

Jesús se hizo carne para ser un hombre entre los hombres. Caminó en esta tierra, conoció qué es la tentación. Sí, Él tuvo una relación viva con los hombres que le rodeaban, vio sus debilidades y sus faltas, y aun así, ¡los amó hasta la muerte!

Jesús es el modelo por excelencia. Sigue Su ejemplo, y aun cuando la actitud de los demás haga que en ocasiones “te arda la sangre”, ¡decide amar! ¡Es lo que hizo Jesús contigo y conmigo!

Querido(a) amigo(a), cuando veas a esa persona que quizá es no muy simpática o que se queja sin cesar, o a ese niño bullicioso en el parque, recuerda que ellos también han sido creados a imagen de Dios. Considera a dichas personas, respétalas y ámalas.

Pienso en ti y oro por ti. ¡Te amo con el amor del Señor!

Gracias por existir, 

Éric Célérier