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Atractivos

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No hay nada mejor que estar al lado de gente mansa, pues en ellos hay crecimiento, madurez y progreso.

“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” – 1 Timoteo 6: 11 RVR1960

“Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” – 1 Pedro 3: 4 NVI

"Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Te digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido." – Lucas 18: 10-14 NVI

Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:

Esta mañana me levanté pensando...

… en lo que hace el ser humano para convertirse en alguien atractivo.

1. La mansedumbre nos hace ser atractivos. En la actualidad podemos ver una sociedad que rinde culto a su cuerpo y que ha elevado la belleza externa por encima de lo interno; y no está mal querer estar mejor cada día si el atractivo externo es el reflejo de la belleza interior.

2. La fuerza de la mansedumbre se enseña. Jesús dijo: “Aprendan de mí que soy manso…” Los discípulos al iniciar una relación con él eran personas agresivas, de mal carácter, envidiosos, orgullosos; pero Jesús se entregó plenamente y con su ejemplo les enseñó a ser mansos.

3. Ser mansos tiene tanta fuerza que termina transformando a las personas que nos rodean; la mansedumbre no solo nos hace heredar la tierra, sino que nos permite tener buenas relaciones. No hay nada mejor que estar al lado de gente mansa, pues en ellos hay crecimiento, madurez y progreso.

4. El espíritu de los líderes debe cumplir con estas dos características: que no se deje desequilibrar y que no pierda el control con facilidad. Ser suaves y apacibles se convierte en una fuerza poderosa que influye e impacta nuestro alrededor.

5. La mansedumbre hace parte de tu belleza interna y levanta nuestra voz en alto cada vez que clamamos al trono de Dios. Aunque para los hombres nuestro interior no sea tan atractivo, la buena noticia es que para Dios tiene mucho valor.

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