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¿Relativo o absoluto?

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Si creemos que Dios es absoluto, al igual que Su palabra, nuestra respuesta hacia Él debe ser igual.

Para el hombre y la mujer de hoy es natural creer en diferentes dioses, pues son utilitarios y no hacen ninguna demanda moral. Estos dioses dan pie al relativismo y la ausencia de valores y principios absolutos.

Pero… ¡el Dios de la Biblia está muy lejos de esta concepción! Génesis destaca la existencia de un Dios absoluto con valores igualmente absolutos, quien demanda que los creyentes vivan de acuerdo a los principios bíblicos y que los transmitan a su familia.

En Deuteronomio 6 nos encontramos con un Dios que demanda un amor absoluto (de todo corazón, alma y fuerzas) y en Éxodo 20:3 con un Dios que demanda exclusividad de sus seguidores, esto es, que no existe lugar para otros dioses en sus vidas. Así, el Dios de la Biblia, además de absoluto, demanda todo de sus hijos. Él mismo pide que la Escritura tenga un lugar prominente en la vida familiar y que ésta sea el estandarte y norma de vida de cada integrante. Solo así puede garantizar el sano desarrollo y éxito de la misma.

En el Nuevo Testamento Dios Hijo, Jesucristo,  se proclama el Dios absoluto de luz, vida, dirección y verdad (Juan 8:12; 14:6; 11:25). Él enfatiza la exclusividad de su persona diciendo: El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama (Mateo 12:30).

Resulta imperioso entonces que como familia abracemos la Biblia y encontremos allí la fe en el Dios que es galardonador de quienes le buscan y que da a sus hijos leyes inmutables y eternas para que, siguiéndolas, alcancen la victoria y plenitud personal y familiar. Sólo la familia que vive de acuerdo a la Biblia permanecerá firme frente a los problemas, pruebas y angustias de la vida actual.

Muchos son los que, dejando la enseñanza bíblica, se han desviado prestando oído a otros dioses. Luego, su ruina ha sido evidente en divorcios, separación, hijos rebeldes, desobediencia, promiscuidad, abusos y todo tipo de mal.

Amadas, no tenemos que reinventar la rueda. Imitemos el ejemplo de Josué quien de voz en cuello le comunicó al pueblo la decisión que había tomado para preservación de su familia…  “Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres -cuando estaban ciegos y en tinieblas, o a los dioses del mundo en cuya tierra habitáis- pero yo y mi casa serviremos a Jehová”, (Josué 24:15).

Hagamos nuestra resolución y vivamos a la altura de las decisiones que tomamos para la gloria de Dios y bendición de nuestras familias.

¿Y tú, a quién vas a servir?

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