¿Envasadora o distribuidora?
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“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”, 2 Corintios 9:8
¡Los recursos que Dios tiene disponible para Sus siervos son inagotables! Los ha dispuesto para el uso en el ministerio a fin de bendecir a quienes estén faltos de alguna gracia.
Como administradoras de las riquezas de Su gracia, es nuestro deber ser canales sensibles y amorosas de Su plenitud. Como canal, nuestra función es dispensar, no envasar. Esto significa que nuestro trabajo en la obra es distribuir la gracia inagotable de Dios con liberalidad.
En la alimentación de los cinco mil, a falta de recursos, unos discípulos aconsejaron a Jesús a despedir a la multitud hambrienta. Otros determinaron que el presupuesto no era suficiente y Andrés despreció los panes y peces que llevaba un niño por ser insignificantes comparado con la multitud. Su pregunta fue: “¿Mas que es esto para tantos?” (Juan 6:9).
Cuando pensamos en la necesidades que arropan a nuestro mundo - hambre, vestido, educación, etc. - en verdad no tenemos presupuesto, energías ni capacidad para satisfacerlos a todos. O por lo menos no por nuestras fuerzas (Juan 15:5) y por eso acaparamos. Mas como con los pocos panes y peces, cuando ponemos las cosas en manos del Señor, Él se encarga de proveer y multiplicar los recursos de modo que sobreabunden. Cuando entendemos que Dios es el “fabricante” y que nosotras somos las “dispensadoras o distribuidoras” de las riquezas inagotables de Su gracia, todo es posible y podemos ser dadivosas.
Por la mentalidad de “fabricante” que tenemos, dependemos de nuestras propias fuerzas y recursos. Nuestra educación, experiencia y dinero estorban e, ignorantemente, limitan la gracia divina. Más como “distribuidoras” de la gracia de Dios - sea tiempo, dinero, amor, paciencia, dones, etc. - tendremos siempre en todas las cosas lo suficiente, con lo cual bendecir a otras.
Oración: Señor, perdona mi mentalidad de fabricante y envasadora de tus favores. Ayúdame a mirar las superabundantes riquezas de tu gracia. Entiendo que todo lo que soy y todo lo que tengo es por tu gracia y para tu gloria, para con ella bendecir a otros en necesidad. Que así pueda yo hacerlo. En el nombre de Jesús, amén.