Una creación sin igual

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto”, Génesis 1:31

¡Qué maravilla la creación de Dios! Dios lo resume diciendo “y he aquí que era bueno en gran manera”.

Lo que marcó la diferencia entre una creación buena y una buena en gran manera, fue sin dudas la creación de la mujer. Sin ella Adán estaba incompleto y según el diseño original de Dios la mujer es: el arquetipo de la belleza, la corona del hombre, la madre de todos los vivientes, la ayuda idónea, la sensibilidad personificada y el recipiente del Salvador.

¡Cuántos privilegios! Esto en ninguna manera nos habla de un ser inferior y relegada a un segundo plano. Al contrario, los grandes privilegios traen consigo grandes responsabilidades.

La mujer con su presencia, espíritu afectuoso, dulce y tierno, reviste de belleza las relaciones humanas; con su sabiduría le da bien y no mal todos los días de su vida a su esposo de modo que no carece de ganancias; tiene en sus manos la formación y educación del carácter de los hombres y mujeres que conforman la sociedad; es el apoyo y la ayuda sin la cual el hombre puede operar correctamente, ni sentirse completo; es el bálsamo y ungüento que con sus besos y comprensión sana toda herida; y es la portadora de la bendición más grande de toda la historia: ser la madre no solo de todos los vivientes sino del Salvador.

La próxima vez que alguien te sugiera que somos o debemos ser igual al hombre, o que procure apocarte, recuerda que eres una creación sin igual y necesaria, y el complemento insustituible del hombre.

Oración: Señor, gracias por hacer a la mujer de manera singular. Me regocijo en ser mujer y la manera como nos diseñaste. Viviré para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.

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