Jesús te limpia

“Purifícame con hisopo y seré limpio. Lávame y seré más blanco que la nieve”, Salmos 51:5

En una ocasión, contraté a una persona para que me ayudara con los quehaceres del hogar.

La casa necesitaba una buena limpieza pues, por falta de tiempo, no había podido realizar esta tarea. Entonces, antes de que la nueva empleada llegara, limpiaría yo un poco. Era vergonzoso para mí el que ella llegara y encontrara la casa tan sucia. ¡Que locura! ¡Esforzarme en hacer yo el trabajo para el cual había ya contratado a alguien!

Así pensamos acerca de Dios. Antes de venir a Jesús, queremos ser mejores personas y enderezar nuestra vida. Hay quienes creen que antes de recibir a Cristo deben primero cambiar su forma de vivir, abandonar algunos vicios y renunciar a muchas cosas. No nos damos cuenta de que solas no podemos, sino que eso es exactamente lo que el Señor hace por medio de su Espíritu Santo cuando le invitamos al corazón y entregamos nuestra vida.

Dios quiere limpiar nuestra casa si le dejamos hacerlo. En su primera carta, el apóstol Juan nos dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

Si aún no le has entregado tu vida a Jesús, invítalo hoy a tu corazón para que te limpie de todo pecado, te haga su hija y te de vida eterna.

Oración: Señor, ayuda a nuestras lectoras hoy a entender que tú quieres y puedes limpiarnos. Permite que en este momento ellas te inviten a entrar a sus vidas. En el nombre de Jesús, amén.

Por Elizabeth de Pérez

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