“Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”, Romanos 12:10
Una vez le pedí a Larry Burkett su mejor consejo para dirigir un ministerio. Recuerdo que ni siquiera dudó un solo segundo cuando me miró a los ojos y dijo, "trata a todas las personas por igual. No consideres a uno mejor que el otro. Ese enfoque me ha servido bastante, tanto en los negocios como en el ministerio”. Larry era un verdadero ejemplo de alguien que cree y practica este principio.
A veces las personas con autoridad son rápidos para criticar pero lentos para recompensar el trabajo de sus subordinados. A menudo, simplemente están demasiados ocupados como para darse cuenta de los logros de las personas que supervisan. Esto nunca pagará dividendos a largo plazo en ningún nivel.
Las consecuencias negativas son el resultado de supervisores que miran hacia abajo a los trabajadores de los estratos más bajos. Esa actitud será transmitida y recibida, y una barrera será construida entre los dos lados.
En cambio, los que tienen autoridad deben reconocer que todas las personas son importantes, sin tener en cuenta los ingresos o la educación. Si encuentran con que no pueden darle el mismo honor y respeto a todas las filas dentro de su negocio, necesitan examinar su corazón y resolver el problema con una demostración significativa de respeto.
Cuando se trata de lidiar con los subordinados, no hay lugar para el ego, porque no existen los empresarios hechos por sí mismos. Sólo la bendición de Dios y los esfuerzos combinados de muchas personas, hacen que alguien sea un éxito.
Lectura Bíblica Diaria
1 Crónicas 1-2