“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”, Juan 3:30 (RVR60)
Juan el Bautista sabía que su propósito en la vida era llamar a la gente al arrepentimiento en preparación para la venida de Jesús, el Mesías.
Como resultado, cuando un grupo de sacerdotes y levitas le preguntó quién era, él respondió: "Yo no soy el Cristo" (Juan 1:20 NVI).
Al describir a Jesús, dijo: "Y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias" (Juan 1:27 NVI).
Y cuando Jesús vino a él para ser bautizado, la respuesta de Juan fue: "Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" (Mateo 3:14 NVI).
Al igual que Juan, tenemos que menguar, y Jesús debe aumentar.
Ese no es un concepto popular en nuestro mundo centrado en sí mismo, pero es sólo a través de este proceso que llegamos a la plenitud de lo que hemos sido creados a ser.
Cada uno de nosotros es una creación única, con una cierta personalidad, talentos, dones, y así sucesivamente. Nuestra singularidad está ligada al propósito que Dios designó para nosotros en esta tierra.
A menos que pongamos a Dios de primero, seamos más como Cristo y vivamos Su propósito para nuestra vidas, perderemos el propósito único que Dios quiere lograr a través de nosotros.
Juan el Bautista ejemplificó el principio de que "Él debe crecer, pero yo debo menguar". Y, en cuanto a Juan, nuestro Señor dijo: "Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista" (Mateo 11:11 NVI).
La grandeza en los ojos de Dios viene por menguar, no aumentar.
Lectura Bíblica Diaria
Efesios 4-6