Siempre que oramos por ustedes, damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues hemos recibido noticias de la fe de ustedes en Cristo Jesús, y del amor que tienen por todos los santos… Esto lo aprendieron por medio de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para ustedes… Por eso nosotros, desde el día que lo supimos, no cesamos de orar por ustedes y de pedir que Dios los llene del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que vivan como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. – Colosenses 1:3-4, 7, 9-10
El poder de la oración debe haber sido algo notable en la vida del apóstol Pablo. ¡Qué alentador debe haber sido escucharlo ofreciendo palabras de alabanza y agradecimiento a Dios por todo lo que le había enseñado: los peligros, las persecuciones, las alegrías y las victorias!
Pablo oraba sabiendo que el Dios que quitó todos nuestros pecados con la sangre de su Hijo estaba escuchando su oración y las oraciones de todos los creyentes, ofrecidas en fe, amor y esperanza. Así fue también para los creyentes en Colosas, una ciudad en Asia Menor a unas 100 millas al este de Éfeso, quienes oraron por Pablo y Timoteo. Pablo siempre tenía en mente la salud espiritual de las iglesias que visitaba en sus viajes misioneros. En este caso, la iglesia había sido fundada por un creyente llamado Epafras, un "consiervo amado" que proporcionó instrucción a la congregación. De él, los creyentes escucharon “el evangelio, que es la palabra de verdad” (Colosenses 1:5b).
Es bueno saber cuándo el camino en el que te encuentras vale la pena. Pablo les recuerda a sus oyentes que se han encontrado con la verdad, la verdad divina, y que deben permanecer firmes en la fe que han recibido. “Por tanto, vivan en el Señor Jesucristo de la manera que lo recibieron: arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe y rebosantes de acciones de gracias, que es como fueron enseñados” (Colosenses 2:6-7).
Nuevamente vemos la relevancia atemporal de las Escrituras que nos habla a nosotros hoy: "Cuídense de que nadie los engañe mediante filosofías y huecas sutilezas, que siguen tradiciones humanas y principios de este mundo, pero que no van de acuerdo con Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:8-9). Cuán a menudo estas palabras nos tocan. El acceso en línea a los diversos conocimientos y puntos de vista del mundo es maravilloso, pero representa un verdadero desafío para nuestra fe en Cristo si no tenemos cuidado de permanecer arraigados en la Palabra de Dios.
Siempre orando por los creyentes y esforzándose por mantenerlos enfocados en la Palabra de Dios, Pablo nos envía un mensaje: animen a la iglesia y sean conscientes de las tentaciones del mundo, ahora que “se han revestido de la naturaleza del nuevo hombre, que se va renovando a imagen del que lo creó hasta el pleno conocimiento,” (Colosenses 3:9-10).
ORACIÓN: Padre celestial, renuévanos diariamente para las tareas que tenemos ante nosotros. Haz que, por tu Espíritu, nuestras vidas te agraden y sean de bendición para los demás. En Jesús oramos. Amén.
Para reflexionar:
1. ¿Qué significado tiene para tu vida diaria el estar “arraigado en Jesucristo”?
2. ¿Qué disciplinas pones en práctica para “crecer en el conocimiento de Dios”?
Por: Paul Schreiber