“El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!» Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Al encaminarse hacia la tierra de Canaán, Abram se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot, a toda la gente que habían adquirido en Jarán, y todos los bienes que habían acumulado. Cuando llegaron a Canaán, Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Siquén, donde se encuentra la encina sagrada de Moré. En aquella época, los cananeos vivían en esa región. Allí el Señor se le apareció a Abram y le dijo: «Yo le daré esta tierra a tu descendencia.» Entonces Abram erigió un altar al Señor, porque se le había aparecido. De allí se dirigió a la región montañosa que está al este de Betel, donde armó su campamento, teniendo a Betel al oeste y Hai al este. También en ese lugar erigió un altar al Señor e invocó su nombre. Después, Abram siguió su viaje por etapas hasta llegar a la región del Néguev.” – Génesis 12: 1 – 9 NVI
“Después de que Lot se separó de Abram, el Señor le dijo: «Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes. ¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo daré!»” – Génesis 13: 14 – 17 NVI
“Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: —Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!” – Génesis 15: 5 NVI
Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:
Esta mañana me levanté pensando...
…en cuántas cosas dejamos de hacer, aprender y conocer solo por sacar excusas.
1. Las excusas y quedarnos anclados mirando hacia atrás detienen el llamado que Dios tiene para nosotros. Recordemos la historia de Abraham. ¿Qué hubiese pasado si él hubiera sacado alguna excusa para no ir a donde Dios lo estaba llevando? Todo llamado viene acompañado de una promesa y, sin duda alguna, Abraham se hubiera perdido del cumplimiento de la palabra que Dios había dado a él y a su descendencia, solo por haber sacado una excusa.
2. Las promesas de Dios se limitan por el portador cuando no quieren salir de la carpa y cuando están con el Lot incorrecto que se convierte en un obstáculo. Hay personas en la vida que nos detienen y que son nuestro límite. Lot era un obstáculo para que Abraham pudiera desarrollar lo que Dios le había dado.
3. Los llamados de Dios son por tiempos, se consolidan por etapas. Dios siempre va a querer extender nuestro territorio y llevarnos a otro nivel.
4. Lot representa las paredes y techo que no nos dejan caminar. Hay personas a nuestro alrededor que se convierte en un techo de dudas, de incredulidad y de límites. Muchas veces no es el enemigo el que nos detiene, sino algunas relaciones que no nos convienen y que paralizan nuestra visión.
5. Existe muchas personas con promesas, pero están metidos en su carpa de miedo y limitaciones. La promesa o la palabra de Dios no se desarrollan dentro de una carpa y menos en el lugar incorrecto. Necesitamos vivir en un ambiente de fe, donde no hay límites. Nunca olvidemos que una promesa sin visión no se puede cumplir.