De la duda a la incredulidad

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“Pecamos nosotros, como nuestros padres; hicimos iniquidad, hicimos impiedad. Nuestros padres, en Egipto, no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo”. – Salmo 106: 6-7 RVR1960

Pero Jesús les dijo en seguida: ¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” – Mateo 14: 27-31 NVI

Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:

Esta mañana me levanté pensando...

…en dónde aprendimos a dudar y por qué es tan normal. Sin equivocarme, puedo decir que todos en algún momento de la vida hemos dado lugar a la duda.

1. Preocuparnos nos lleva a estar atrapados en un círculo vicioso de incertidumbre que nos impulsa a tomar malas decisiones y a dar respuestas apresuradas, no convincentes.

2. Cuando permitimos que la duda entre en nuestras vidas se convierte en incredulidad. Seguramente algunos han aprendido a luchar con la duda; otros la han vencido y, unos tantos, conviven con ella. Para alejar de nosotros la duda debemos fortalecer nuestra intimidad con Dios.

3. La duda es una puerta que abrimos al enemigo al quitar nuestra mirada de Dios, haciéndonos olvidar que él quiere darnos seguridad y dependencia total de él en todo lo que hacemos.

4. Alguien dijo: “Alimenta tus dudas y tu fe se morirá de hambre, pero alimenta tu fe y las que se morirán de hambre serán tus dudas”. Es importante que tengamos en cuenta que la duda no solo nos paraliza y nos roba el tiempo, sino que se convierte en pecado para nosotros.

5. Uno de los milagros más grandes en la historia de la humanidad fue cuando Dios liberó a Israel de los poderosos egipcios. Sin embargo, ¿cómo reaccionó este mismo pueblo después ante las situaciones difíciles? Dudaron de la fidelidad de Dios y de que él podía seguir liberándolos.

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