Cuando sabemos que hacer algo nos produce beneficios, normalmente somos más propensos a incorporar ese algo a nuestra vida, o por lo menos lo intentamos. Y por esta razón quiero hoy darte algunas razones de por qué es bueno dar gracias; ¿qué ganamos tú y yo con eso, a nivel personal?
Voy a comenzar por compartirte los resultados de un estudio realizado; nada muy complicado ni estadístico, ¡al contrario!
Se dice que las personas agradecidas:
- Tienen menos estrés y depresión
- Avanzan hacia las metas personales importantes
- Tienen niveles más altos de decisión y energía
- Se sienten más cerca en sus relaciones personales y tienen el deseo de construir relaciones más fuertes
- En ellas la felicidad aumenta en un 25%
¡Solo con esto ya tenemos motivos suficientes!, ¿no es cierto? Pero quiero ir un poco más allá y darte otros motivos para inspirarnos a ti y a mí que queremos vivir como Dios lo diseñó, a buscar una vida de gratitud.
Dar gracias genera confianza. Cuando pensamos en lo que Dios ha he hecho en nuestras vidas en las diferentes etapas, como en la provisión que nos ha dado cuando no sabíamos de dónde vendría el sustento necesario, etc., y le damos gracias, estamos recordándonos a nosotros mismos que el Dios que lo hizo ayer, lo hará hoy y lo hará mañana. Y así crece nuestra confianza.
No por gusto Dios les decía a los israelitas que construyeran monumentos que les recordaran lo que él había hecho, como sucedió por ejemplo cuando cruzaron el río Jordán. Dios sabe que tenemos un problema de memoria, y recordar lo que él ha hecho fomentará nuestra confianza. Cuando recordamos con acción de gracias, nuestra fe se hace grande. Alguien dijo que “la cualidad principal de un discípulo que confía es el agradecimiento”.
Dar gracias produce alegría. Es imposible estar agradecido y deprimido a la misma vez. Cuando damos gracias reconocemos el favor de Dios sobre nuestras vidas; nos enfocamos en su bondad y en toda la bendición que tenemos. Tal es así que en el idioma hebreo, por ejemplo, la palabra gratitud muchas veces lleva una connotación de alabanza, de canto. Cuando nuestros corazones se llenan de gratitud hacia Dios, no debe haber lugar para la tristeza.
Dar gracias nos hace más parecidos a Jesús. Cuando de corazón damos gracias a Dios, y a los demás, aprendemos a ser más humildes. Reconocemos que todo lo que somos y tenemos es en primer lugar el producto del favor de Dios. ¿Sabías que eso es lo que quiere decir dar gracias en griego, el idioma del Nuevo Testamento? La palabra griega es eucharisteo y uno de sus significados es estar conscientes del favor de Dios.
Cuando tomamos conciencia del favor de Dios nuestro corazón se viste de humildad. Y fue el mismo Jesús quien dijo: “…aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón”. Si me permites una definición más, esto es lo que dice la Real Academia sobre la humildad: Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. Dar gracias nos recuerda nuestras limitaciones y nos dirige la mirada hacia la omnipotencia de Dios.
Así que dar gracias también tiene estos tres beneficios para nuestras vidas. Tal vez nunca lo habías visto de esta manera. ¿Te animas a asumir como estilo de vida una vida de gratitud? De hecho, es en realidad un mandato de Dios: “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18, cursivas de la autora).
Y recuerda, ofrecer gratitud a Dios es una manera de honrarle (Salmo 50:23).