Ahora mismo el mundo entero sigue pasando por una crisis debido al Covid-19, y de cierta forma, la mayoría de la población se encuentra paralizada. Hoy, luego de ya algunos meses podemos notar las consecuencias, buenas y malas, de tener un mundo parcialmente detenido, ya sea por el miedo o porque está en la urgente búsqueda de resoluciones. ¿Puedes imaginar lo que pasaría si fuera siempre así? ¡Simplemente sería imposible! ¡No podemos detenernos!
En una escala menor, todos nos hemos paralizado cuando enfrentamos algún problema, ya sea por miedo, frustración, enojo o tristeza. Y no es que esté mal detenernos un momento a dejar fluir nuestras emociones, expresar nuestros sentimientos o planear una salida. Pero detenernos demasiado tiempo durante los problemas no abona nada bueno a nuestra vida, al contrario, nos impide ingeniárnosla para salir adelante .
Ahora, piensa por un momento si llevas estacionado en algún punto de tu vida en el que ya no soportas, ni puedes seguir ahí, y entonces acude a Dios, sacúdete el polvo y plantéale las soluciones que encuentres; y nunca olvides pedirle sabiduría para elegir lo mejor. Así, si Dios es quien conduce, difícilmente te detendrás más tiempo del necesario en lugares donde no está permitido.
"Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer." – Deuteronomio 5:33