La mujer adúltera

“Ni yo te condeno; vete, y no peques más” – Juan 8:11

Ella fue descubierta en el acto.

Expuesta por completo.

Estaba tratando de escapar de su secreto y éste había salido a la luz.

Ahora se encontraba presionada por todos lados, con críticas furiosas que la condenaban y le pedían pagar con el precio más alto por sus errores.

Su pecado fue el adulterio y el precio de acuerdo a la ley de Moisés era la muerte. Por más que ella tratara, no había vuelta atrás, ya no podía cambiar las decisiones de su pasado. Su pecado la había marcado en la sociedad en la que vivía y, mientras esperaba por el veredicto final, estaba segura de que ese era su fin, su vida terminaría allí.

Llega Jesús…

Su ministerio iba en contra de la cultura, iba en contra de todo lo que las personas habían conocido. Él era una amenaza para todo aquello que la gente conocía. Él era una amenaza para los líderes más poderosos; Y en once cortos versículos en Juan 8 podemos encontrar resumida Su teología opuesta a la del mundo, se puede resumir como el Hijo del Hombre quien vino a buscar y a salvar al perdido.

¿Cuál fue exactamente el mensaje de Jesús?

Gracia sobre la Ley.

“Cualquiera libre de pecado que le tire la primera piedra.”

Es muy difícil escuchar que nadie está a la altura de la ley – especialmente cuando eres un líder religioso súper estricto – y esa fue la hipocresía que Jesús dejó expuesta a los fariseos que estaban condenando a esa mujer. Y hoy día no somos diferentes. Creamos nuestras propias reglas y medidas para juzgar la severidad de los pecados de los demás, y sin reconocer que no somos tan diferentes a la mujer adúltera. Todos hemos pecado.

Las buenas noticias: Jesús vino a tomar el castigo en nuestro lugar. Él proporciona una salida para todos aquellos que Le llaman – no por medio de una expectativa de perfección o de obras… porque nunca, nunca seremos lo suficientemente buenos. Él nos rescató con Su grandiosa Gracia.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” – Efesios 2:8

Libertad sobre Condenación.

“tampoco Yo te condeno…”

La cosa con la gracia es que no cubre una parte pequeña de nuestro pecado. No es temporal, y no depende de nosotras. La gracia de Dios nos cubre a todos y del Todo. Esas cuatro palabras – tampoco Yo te condeno – debería enviarnos de rodillas maravilladas y en total rendición y alabanza por nuestro Salvador, y debería saturar nuestras almas con una paz sobrenatural y con la libertad que lo cambia todo.

“La alienación y el disgusto divino hacia nosotros por causa de nuestro pecado han sido eliminados. Ya no somos objetos de la ira. Tenemos paz con Dios sea que lo notemos o no. Sin embargo, en la medida en que entendemos y creamos la verdad con respecto a la justificación, experimentaremos una paz subjetiva – es decir, una sensación de paz dentro de nuestras almas. Sabremos que hemos sido comprados de un estado de condenación y la perspectiva del juicio eterno en un estado de perdón y favor con Dios.” ­– Jerry Bridges

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu…” – Romanos 8:1

Nueva Vida, sin pecado.

“…ve, y no peques más.”

La atraparon con las manos en la masa.

Expuesta por todos los ángulos.

Aquello que había estado ocultando, ahora estaba saliendo a la luz.

Pero Jesús – con toda Misericordia y Gracia y en contra de todas las reglas culturales establecidas en este mundo, – se acercó y transformó su vida en un instante. Todo sería diferente desde ese momento… porque cuando has experimentado arrepentimiento de verdad y la profundidad de la gracia de Dios, eres animada a vivir de manera totalmente diferente.

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. – Romanos 6:14

Amiga, eres amada. Eres libre. Ahora ve y vive como tal.

Desafío: Toma un tiempo para buscar en tu corazón y determina si en alguna manera te identificas con la mujer adúltera o con los fariseos. Confiesa cualquier pensamiento que esté deteniéndote de recibir la gracia, el perdón y la libertad que Dios te concede o a tenerlo para con los demás.

Por Whitney D.

 


 

 

 

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