¿Alguna vez ha sentido que está perdiendo el tiempo al tratar de salir adelante a través de la honestidad y el trabajo duro?

A una de las niñas de mi clase de sexto grado le encantaba ver que los niños traviesos fueran atrapados por el profesor. “Los tramposos nunca prosperan”, solía decir entre risas.

Ah, ojalá tuviera razón. Por desgracia, la triste experiencia de mi vida muestra que a los tramposos parece que les va muy bien. Todo es una estafa. Todo está en venta.

¿Alguna vez ha sentido que está perdiendo el tiempo tratando de salir adelante a través de la honestidad y el trabajo duro? ¿Alguna vez ha fantaseado pensando en tomar atajos a la prosperidad como todos los demás? El rey David conocía ese sentimiento. En el Salmo 12:1,2 escribió: “Salva, Jehová, porque se acabaron los piadosos, porque han desaparecido los fieles. . . Habla mentira cada cual con su prójimo”.

Pero el planeta no está fuera del control de Dios, y tampoco su vida. Él ve todo lo que sucede a su alrededor, se preocupa por usted y actúa en el momento oportuno. El mismo salmo dice: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los necesitados, ahora me levantaré—dice Jehová—, pondré a salvo al que por ello suspira” (versículo 5).

Dios siempre dice la última palabra, y su última palabra es “te amo”.