Incomparable
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“No pensaba yo ver tu rostro y he aquí Dios me ha hecho ver tu descendencia”, Génesis 48:11
Cuando el anciano Jacob tuvo la oportunidad de ver de nuevo el rostro de su amado José, el hijo de su amada Raquel, nunca pasó por su mente que Dios quería bendecirlo mucho más allá de lo que él hubiese podido pensar.
Y es que si ya había descartado la posibilidad de ver de nuevo a José, a quien creía ya muerto, mucho menos iba imaginarse cargar en sus rodillas a Efraín y Manasés, sus nietos nacidos en Egipto.
Esto nos sirve para que sepamos que Dios es poderoso y que Él puede y hará más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, tal y como lo dice Efesios 3:20.
Aunque en nuestras mentes finitas limitemos el poder de Dios, así como su sabiduría y su buena intención para hacernos bien, Dios se encargará de reproducir siempre en nosotras la misma experiencia de Jacob: “no pensaba yo ver tu rostro y Dios me ha hecho ver tus hijos”.
No hay un Dios incomparable como el nuestro, ni lo podrá haber jamás. Amada hermana, ten fe y confianza en nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Oración: Padre Bendito, ayúdanos a confiar en todo tiempo en tu brazo de poder y bondad, a pesar de las circunstancias. En el nombre de Jesús, amén.
Por: Carmen de Corniel
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